Septiembre
5 de 2015
El
autor, en su columna de hoy, no quiere entrar en conceptos puramente
filosóficos, donde no es muy experto en la materia. Tan solo quiere llamar a la
reflexión sobre las verdades que cada ser humano tiene, desde su concepción,
pasando por su formación hasta el final del ciclo de la vida. En este mundo
einsteniano, la relatividad se ha convertido en la brújula de la vida para que
el desarrollo y progreso lleguen de la mano y dominen el mundo, sin dejar mucho
para pensar y reflexionar. Hace unos días, un vestido podía ser visto en una
foto en una combinación de colores crema y nácar, pero no faltaron quienes le
daban la razón a la foto donde se veía negro y azul; se armaron debates a lo
largo de verbenas y redes sociales, unos felices y otros muy tensos, pero todo
el mundo tenía la razón y supuestamente sabían la verdad. ¿Qué pasó?
Aparecieron las perspectivas de todos, tratando de entender una verdad absoluta
la cual jamás llegó a descubrirse, pero junto con esto, llegaron los sesgos de
los polemistas que condujeron a un arduo debate; trayendo como conclusión que
todas las verdades a flote, son sesgadas.
Partiendo
de los conceptos de verdad (“Cualidad de las proposiciones que concuerdan con la
realidad, especificando lo que de hecho es el caso”) y sesgo (“la oblicuidad o torcimiento de una cosa hacia un lado. El concepto también se utiliza en sentido simbólico
para mencionar una tendencia o inclinación”), es necesario justificar las
coyunturas que se presentan para que todos expongan sus conceptos desde sus puntos
de vista, y que por más que se pueda probar al máximo algo, jamás habrá acuerdo
total en el mismo. De esto ha habido un sinnúmero de casos a lo largo de la
historia:
El
Primero puede ser el Origen del Universo. Mientras que para varios científicos,
el Big Band es la base de todo, con un mundo en constante evolución y que en un
momento dado llegaría a su fin como producto de su ciclo normal, para los
religiosos la causa de esto, se encuentra en un ser teológico (Dios, Alá, etc.)
que lo dispone todo, y que puede acabarlo todo, debido al pecado reinante entre
los seres humanos, objetivo de su dominación. El caso de Galileo Galilei puede
relacionarse aquí, cuando en medio de su juicio por herejía afirmó “Y sin
embargo, gira”, en referencia al Planeta Tierra, que perdería su carácter
geocéntrico, para pasar el heliocéntrico del Sol, como centro de la Vía Láctea,
que tan solo es una parte de este infinito universo, donde aún no se han
descubierto muchas verdades.
Un
concepto más peculiar; en la final del Campeonato Mundial de Futbol de 1966,
jugaban las selecciones de Inglaterra y Alemania Federal. En pleno tiempo
extra, llegó la polémica jugada del tercer gol inglés, el balón primero pega en
el travesaño del arco, luego cae a tierra, sobre la raya de gol. El árbitro
consideró que era gol válida, y luego de un resultado final que dio ganadora al
equipo de la Reina Isabel por 4 goles contra 2, ésta se quedaría con el título
orbital. Los alemanes hoy en día siguen cuestionando la validez de dicha
jugada, el mundo se ha movido alrededor de la misma, y casi 50 años después, no
hay humo blanco sobre la validez de esa jugada. Es más, en dicha época, no
existía la suficiente tecnología en el caso y se debió respetar la decisión del
juez. Pero hoy en día, por más simuladores tecnológicos que le pongan a la
jugada, así el rollo de la película se encuentre desgastado y agotado, no habrá
acuerdo total para definir el tema; y por ende, Inglaterra tendrá en sus
estadísticas dicha copa mientras que los alemanes tendrán que resignarse al
subcampeonato histórico. No hay verdades absolutas.
En
una reunión social, muchos dirán que la vestimenta de alguien le luce pero
otros dirán que es quien menos mal luce, o no faltarán quienes no gusten de las
prendas de vestir y le echarán vaciadas a quien lo luce. Con estos ejemplos
quedan demostrados que aún no hay certeza sobre la existencia de las Verdades
Eternas, como dirían los ultracatólicos, que apenas se van descubriendo con el
paso del tiempo, y que lo más probable es que se acabe el mundo sin conocerse
su verdad. De aquí, se dejaría esta pregunta, a manera de reflexión: si se
conociesen las verdades absolutas, ¿no las utilizarían los seres humanos para
convertirlas en sesgadas?
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